Una experiencia sagrada, mágica y sobrecogedora. Ávalon es la custodia de la frecuencia sagrada del amor incondicional y se guarda en la ciudad de Glastonbury en Inglaterra. Estar ahí es sentir que por fin estás en casa. ¡Avalon vive dentro de ti!
¿Te vienes a Ávalon? - Del 3 al 7 de julio de 2024
La llegada a Glastonbury estuvo jalonada por Glastonbury Tor, como el faro que nos tenía que alumbrar para que no perdiéramos nuestro camino. Y, efectivamente, así lo hicimos.
Las corrientes telúricas de San Miguel y María nos guiaron. Nos llevaron hacia los monumentos megalíticos y ellos nos mostraron sus secretos, tocando, sintiendo Adam and Eve’s Stones, bailando a su alrededor, cantando a Silbury Hill y a West Kennet Long Barrow. Pedimos permiso a los ancestros para visitarlos y nos dieron su bendición. Y les cantamos y los pájaros bailaron a nuestro alrededor.
Lloramos en las entrañas de nuestra amada Gaia y comprendimos que éramos hermanas en esta empresa. Nuestros pasos nos llevaron a The Sanctuary donde pudimos recoger la sabiduría de Agartha en nuestros cuarzos y paseamos por el maltrecho Avebury Circle, pensando en cómo el ser humano se ha ido negando a sí mismo a lo largo de nuestra civilización.
La bendición de la Diosa estuvo presente en todo lugar. La dicotomía de lo femenino y lo masculino nos enseñó que siempre estaremos incompletas si no reconocemos al divino masculino dentro y fuera de nosotras. Nuestro Arturo dormido, nuestra Morgana sabia y hechicera. Amablemente esto nos mostró el sacerdote que nos acompañó en ritos y meditaciones en el Templo de la Diosa. ¡Qué mejor unión de lo femenino y lo masculino!
Nuestra pesada trama sagrada del solsticio de primavera se cerró recorriendo el Laberinto en la Iglesia de St. John’s, templo devoto de la música y custodio de uno de los Espinos Blancos de Glastonbury, bajo cuya sombra se encuentran las mil y una vidas de las almas que se sientan a meditar bajo sus ramas. Y el Espino, paciente, les da su sombra.
Fuimos testigos del remanso de paz que es Chalice Well, de la fuerza que emana de su corriente de agua, esa energía femenina que te abraza y te dice: “¡Siéntate aquí, a mi vera, y descansa tu corazón!”. Enfrente, White Spring, para aquellos que quieran bautizarse en sus aguas heladas y honren al divino masculino. Un camino en medio de las dos fuentes: la roja y la blanca, como símbolo de la separación del principio femenino y del principio masculino en la humanidad. El origen de las fuentes, sin embargo, está unido bajo la colina sagrada que jalona la torre Tor, recordándonos de esta manera que nosotros también fuimos unidad en un tiempo pasado. Y esa simbiosis de elementos la sentimos en cada paso que dimos hacia la cúspide de esta colina, franqueando, al final, las puertas de la Torre de San Miguel, donde tradicionalmente interseccionan Glastonbury y Ávalon, donde los vientos nos recuerdan que debemos volar alto para alcanzar nuestra felicidad que nos pertenece por derecho propio.
Obtuvimos, así, la bendición y el permiso para adquirir el conocimiento y entrar en Ávalon. Esto es, entrar en la Abadía es entrar a un mundo de sueños, de emociones, de vibraciones ancestrales que te llevan hacia ti misma, hacia el plan sagrado de tu existencia. Es la apertura a otra dimensión. Es el saborear un trocito de cielo y reír y cantar y bailar. Es conocer a Arturo y a su lado a Ginebra, es comprender a Morgana y añorar a Vivien y a Merlín. El divino femenino y el divino masculino que luchan por unirse y a la vez se separan. De contradicciones está hecha la raza humana. No nos sorprende ya. Y para eso, para ayudarnos en este quehacer, llegaron almas bendecidas con la labor de mostrarnos una y otra vez el camino. El camino que María de Magdala con su dulzura nos enseña y que no es otro que la unión de esas dos mitades que nos vuelven al fin completos. Una vela en su honor y una oración.
Y en el transcurso de ese tiempo lento en el que saboreas a Glastonbury, encontramos a Ávalon, caminando por senderos y calles, fotografiando ruinas y esquinas, transitando pasillos de hoteles, bebiendo de sus aguas, riendo, bailando y llorando. Todo fue un cúmulo de emociones que no pudieron más que llevarnos hacia la verdad y la paz con nosotras mismas. Solo puedo decir que Ávalon ya vive en nuestros corazones. ¡Que así sea! Gracias. Gracias. Gracias.
Quisiéramos agradecer especialmente a Amparo y a Agustín por su encuentro, su recibimiento y su dedicación desinteresada para que nuestro sueño se hiciera realidad: iniciarnos en Ávalon. Muchísimas gracias de corazón. https://avalonteabresuspuertas.com